Conclusiones
La Psicología Forense en nuestro país es una de las áreas
de la psicología que se encuentra todavía en sus momentos iniciales de formación. Se parte de una investigación de seis meses
para comprender que el área de la Psicología Forense, a pesar de los buenos deseos de algunos profesionales, necesita de mucho
esfuerzo y dedicación para poner en marcha todos sus procedimientos.
Con lo anterior lejos de desanimarse, los psicólogos deben
proponerse a ser parte de ese cambio que inevitablemente ocurrirá, porque lo cierto es que sí bien está empezando hace dos
años era imposible vislumbrar un futuro para el psicólogo forense en República Dominicana.
La situación en las fiscalías barriales demostró el desconocimiento
en el que aún viven los profesionales que allí laboran en cuanto al papel determinante que juega la psicología forense en
estas instituciones. Se llenan los puestos con abogados y los psicólogos clínicos funcionan como herramientas de apoyo al
sistema, cuando lo cierto es que el psicólogo forense debería ser uno de los miembros indispensables del equipo junto al trabajador
social y los psicólogos clínicos especializados en temas del menor, de familia, de violencia de género... y el abogado representaría
entonces la autoridad legal de los procesos. Pero poco a poco se va avanzando, el coordinador de una de las fiscalías barriales
hizo su maestría en Psicología Jurídica y Forense, el mismo se mostró bastante dispuesto a colaborar en la investigación pues
reconocía la falta de profesionales en el área.
Tal como se evidencia a través del desarrollo del trabajo,
no se trata de criticar el desempeño actual debido a que es comprensible que en la República Dominicana los profesionales
se pasan años en un cargo y ganan una valiosa experiencia, lo que les hace merecedores de manejar casos e incluso muchos son
llevados adecuadamente. El problema está en que no se puede vivir ajeno a esta situación eternamente, es necesario abrir los
ojos y percatarse de que con la adecuada formación podrán ponerse en práctica medidas realmente encaminadas a resolver las
problemáticas que tanto aquejan a la población. Se entiende incluso que la falta de profesionales en el área se debe por un
lado, a que en el país (el gobierno, las autoridades pertinentes) no se han hecho los esfuerzos por introducir la carrera
de Psicología Forense en las universidades (sólo INTEC ha impartido una Maestría en el área). Mientras las cosas continúen
así no se logrará nada y los estudiantes interesados tendrán que emigrar a otros países.
La experiencia en los órganos auxiliares es distinta, por
lo menos en el área de la Policía Científica. Es lamentable, pero en el departamento de Homicidios de la Policía Nacional
(dónde se esperaba encontrar mejorados procedimientos de investigación y un manejo de los casos dónde se tuvieran en cuenta
las evidencias y los derechos humanos) sólo se encontró a un grupo de fiscales que se apresuraban por llevar los casos a las
audiencias y que no reparaban en lo absoluto en las técnicas forenses para conducir los interrogatorios y las investigaciones
de lugar.
Es impresionante que todavía se le un tratamiento tan injusto
a los detenidos (supuestamente preventivos pero que estaban impuestos a quedarse allí todo el tiempo que los fiscales consideraran,
violando así sus derechos) en este caso se trata de los presos en el cuartel general. No se puede profundizar en el sistema
carcelario completo debido a que esta investigación no llega hasta ahí. Pero no obstante, se hicieron bastante claras las
irregularidades y las jerarquías de los rangos militares. La recolección de información resultó ser más difícil de lo que
esperábamos, ya que el hermetismo aún reina en este tipo de instituciones.
La relación con los fiscales fue bastante diplomática,
brindaban información y parecían no entender en muchos casos, que dos estudiantes de psicología se encontraran realizando
esta investigación debido a que tradicionalmente este había sido un campo exclusivo de los abogados. Este es uno de los aspectos
que se espera que cambie. Algunos de los fiscales asistían a los levantamientos de cadáveres y se limitaban a llenar un acta,
en una ocasión luego de haberles explicado en que consistía el papel de un psicólogo forense, un fiscal se mostró extrañado
de que no se revisara el cuerpo y de que el interés primordial estuviera en los detalles de toda la escena del crimen y de
los objetos y personas allí presentes.
En general el trabajo con los médicos legistas permitió
conocer a fondo el tratamiento que se le da a la escena del crimen y percatar las evidentes fallas en este aspecto, claro
que no se critica la labor de los médicos ya que podría decirse que de las personas allí presentes eran los únicos que procedían
a actuar inmediatamente y se limitaban en la mayoría de los casos, a trabajar con el cuerpo.
En Policía Científica, sí se reconocía la importancia de
un adecuado manejo de la escena y de la recolección de evidencias para el esclarecimiento de los hechos, pero cómo sólo se
dedican a trabajar en casos especiales su labor aunque es significativa, se queda corta para la demanda existente en el país.
Es comprensible que no puedan hacer mucho. Sólo hay que dirigirse al departamento y ver las condiciones en las que se encuentra
el laboratorio (parte esencial de esta área).
Como ya se había comentado, en el país se comenzó a poner
en práctica un Código Procesal Penal consciente de la importancia de ésta área, pero claro el gobierno no dispone de los recursos
para que la misma sea equipada adecuadamente. Entonces, ¿qué se está haciendo?.
No se profundizará en las malas condiciones en que se encuentra
el área porque ya se ha estado haciendo, sólo resta esperar que las cosas se solucionen y que la Dirección del Departamento
no escatime esfuerzos en presionar a los organismos responsables de proporcionar los recursos. Sería lamentable que contando
con los profesionales, porque eso sí tiene esta área, ya que está conformada por un equipo especializado desde psicólogos
forenses hasta técnicos y peritos en escenas de crímenes, es injusto que se desperdicie la oportunidad de avanzar y de hacer
algo productivo por mejorar.
Mejorar es lo que se necesita, utilizar los recursos económicos
en lo que realmente se necesitan. No se puede presumir de poseer un Código acorde con los nuevos tiempos si se carece de las
instituciones que lo respalden.
Recomendaciones
Si se ha estado haciendo conciencia de lo que se ha venido
discutiendo a lo largo del monográfico, entonces no será de extrañar el hecho de que abunden las recomendaciones.
Se recomienda que lo primero a tomar en cuenta sería la
elaboración de un currículo educativo de psicología forense, que tome en cuenta todas las problemáticas aquí discutidas y
muchas más, pero que sobre todo logre satisfacer la falta de profesionales en el área.
Otro aspecto importante sería, que a través de congresos
ó cursos (¿y porqué no?) de facilidades de beca, lograr que el personal que labora actualmente y que cuenta con la experiencia
en el campo, se forme adecuadamente y se haga partícipe de los cambios en el área, de modo que no quede desplazado por nuevos
profesionales y comparta la visión de hacer las cosas bien.
Una vez saneadas las demandas educativas y existan profesionales
en el área, sería cuestión de insertarlos en el campo laboral, un buen modo de hacerlo sería abriendo plazas de empleos en
la Procuraduría General y que la formación de un Instituto de Ciencias Forenses no se quede en las palabras del Procurador
General. De ese modo se podría incentivar a la población de estudiantes de psicología por esta área.
Equipar adecuadamente las fiscalías y a los órganos auxiliares,
no sólo a nivel de condiciones físicas sino con nuevos profesionales, debe tomarse en cuenta. Al igual que la reorganización
de las estructuras organizacionales actuales y la descripción y redistribución de las funciones.
Lograr que el equipo forense que conforma la Policía Científica
no se limite a trabajar sólo casos “especiales”, porque si se logra lo anterior habrá personal suficiente para
poner en marcha varios equipos simultáneamente y permitiría el mejor esclarecimiento de los hechos y una mejor administración
de la justicia.