Agradecimientos Annel Ramírez
Durante este tiempo, buenos y malos momentos ayudaron a fortalecer mi carácter, me brindaron una perspectiva de la
vida mucho más amplia y me han enseñado a ser más cautelosa pero sin dejar de ser auténtica. Al finalizar mis estudios de
grado en la carrera de psicología y luego de haber permanecido en Intec casi 4 años, existen un grupo de personas a las que
no puedo dejar de reconocer debido a que durante todo este tiempo estuvieron presentes de una u otra forma evitando que me
perdiera en el proceso y que saliera airosa de esta experiencia.
A
Dios…..porque a pesar de que muchas veces puse mis intereses por encima de ti nunca me faltaste y aunque no soy
tu hija más devota, en ti confío. Siempre me haz ayudado a seguir adelante y por ti aún no pierdo la esperanza, sé que todos
pueden decepcionarme menos tú y reconozco que sin ti no hubiese podido sobrevivir estos últimos meses. Muchas Gracias.
A
mí familia…..papi tú haz sido sin duda uno de los principales precursores de este logro, nunca te desesperaste
e hiciste lo imposible para que yo pudiera seguir con mis estudios, creíste que podía y siempre te preocupaste por lo que
estaba haciendo, eso me mantuvo firme las veces que pude tambalearme; sé que muchas veces tenemos desacuerdos pero quién no
los tiene, salimos adelante y así será siempre. Mami, tú también te mantuviste ahí, tú creatividad y dedicación me
sacaron a camino muchas veces y tú incondicional comprensión siempre se impuso, a pesar de todo siempre me apoyaste; muchas
veces no me doy cuenta y paso por alto tus esfuerzos, pero es que si te agradeciera todo lo que haces por mí no terminaría
nunca. Isabel, también te agradezco que hayas estado presente desde hace 17 años en mi vida, aunque a veces eres un
dolor de cabeza no sé que haría sin ti. Siempre me escuchas aunque no quieras aceptarlo a veces y gracias a que estás tengo
la responsabilidad de ser mejor para darte un ejemplo. Zahira, aunque no estás siempre quiero que sepas que reconozco
tu afecto y aunque no lo demuestre sé que puedo contar contigo. Grethel, como dejarte de lado si haz sido como una
hermana para mí, por más lejos que puedas estar a veces siempre te haces presente con tu cariño incondicional, con tu forma
especial de ser. Lucky, aunque no vayas a leer esto nunca, eres una parte importante de mi diario vivir, contigo puedo
ser yo misma sin reproches. Los amo a todos.
A
Jhoatam Durán...gracias por estar en los momentos más difíciles de mí vida y sobretodo porque todavía puedo contar
contigo, a pesar de que en ocasiones le diera prioridad a los asuntos académicos tú siempre fuiste paciente y supiste entender.
Puede que las cosas entre nosotros hayan cambiado un poco pero siempre vas a poder contar conmigo, porque ese tipo de amor
desinteresado que sólo tú haz podido darme en esta época es escaso. Junto a ti no tengo que aparentar y tu familia me ha acogido
como si fuera otra hija, nunca voy a olvidarte. Te quiero mucho.
A
mis tíos: Lic. Pericles Távarez y Señora Martha de Távarez...gracias porque nunca dudaron de mí capacidad y siempre
me incentivaron a seguir adelante. Además de que permitieron que la Distribuidora Universal se convirtiera en esencial para
este proceso. Gracias tío por sus consejos y por su forma tan especial de hacerme sentir bien en las peores circunstancias;
gracias tía por su fortaleza en los momentos más difíciles, sin saberlo me ha enseñado mucho.
A
Distribuidora Universal...gracias por permitirme durante todo este tiempo estar en sus instalaciones, su ayuda fue
invaluable. Aunque todos y todas de alguna manera se involucraron en mis proyectos, les agradezco especialmente a: Taty
Ramírez, José Luis Ovalles, Magnolia Távarez, Mirielles Sarmiento, Miguel Soriano, Radhaiza Rodríguez, Benjamín Martínez,
José Castro, Edwin Acosta, Ramón Rojas, Minurka Calderón y Milagros Mones.
Al
Lic. Stalin Vásquez y Lic. Cristóbal de Moya sin su apoyo no hubiese podido comenzar este proceso.
A
Yris Carbuccia...por ser mí compañera de pasantía y ante todo mi amiga, sin tu ayuda hubiese sido muy difícil lograrlo.
Conoces mucho de mí y aun así me toleras, no es tan sencillo trabajar conmigo y tú lo hiciste muy bien, independientemente
de que en estos días ni yo misma me soportaba. Porque emprendiste conmigo este camino riesgoso de la psicología forense con
una sonrisa, porque me apoyaste sin pedir explicaciones, porque me escuchaste y eso permitió que no perdiera la razón (por
lo menos no totalmente). Y claro, como no agradecer a tú familia, siempre se mostraron incondicionales y dispuestos a cooperar
con nosotras (sin importar la hora).
A
mis asesores de Pasantía y Monográfico...porque nos guiaron durante todo el trayecto, su experiencia, su ayuda y sus consejos
fueron determinantes: Lic. Julio Leonardo Valeirón y Dr. Juan Alexis Blanco.
Al
Lic. Carlos Manuel Hernández Cabrera, coordinador de la fiscalía barrial de los Guandules…su ayuda fue determinante
para la recolección de los datos, su apoyo nos incentivó aun más en nuestro interés de ejercer y promover la psicología forense.
Además del personal de la fiscalía de los Guandules. Muchas gracias.
A
Luisa...las presiones siempre son más llevaderas si están acompañadas de momentos agradables y de personas que te permiten
disipar la carga haciendo el trabajo más placentero, tú eres una de esas amigas con las que siempre se puede contar. Porque
tú forma de ser me ayudó a entender que aún hay gente que vale la pena, espero no cambies. Gracias.
A
Jhon, Patricia, Sanya, Maité, María del Carmen, Francis Eric, Karina...porque realmente puedo considerarlos mis amigos
y amigas, aunque pensaba que a estas alturas ya uno no podía encontrar a nadie. Estuvieron ahí en diferentes etapas de mi
paso por la universidad y con sus personalidades tan diferentes una de otras lograron hacer la diferencia.
A
Leonel...porque eres mí mejor amigo y siempre me escuchaste, a pesar de la distancia siempre te haz mantenido constante.
Porque contigo puedo llorar y eso es muy raro. Te quiero.
A Melba, Evelyn, Dinorah, Mario...porque desde que tengo memoria siempre han estado ahí. Se
les reconoce el valioso esfuerzo que han hecho durante todos estos años y los que les falta. No saben lo mucho que significan
para mí. Y claro como olvidar a los “tigueres”: Joan, Helpy, David, Melvin, José Andrés, Jonathan.
A
la Familia Peña Fernández...cada uno se mantuvo colaborando conmigo en todo lo que necesitara incluso antes de entrar
a la universidad. Muchas Gracias.
A
mis profesores y profesoras...sus formas de enseñar, todas diferentes y características, me incentivaron en muchos sentidos
a seguir adelante y sin ustedes esto no hubiera sido posible: Lic. Julio Leonardo Valeirón (por su comprensión, afecto,
simpatía, por todas esas cosas que lo caracterizan y lo hacen inolvidable); Lic. María Soledad Vargas (porque usted
hizo que diera lo mejor de mí sí, porque tuve que esforzarme más y por su manera especial de ser cálida cuando no me lo esperaba);
Lic. Glorianna Montás (tú carácter juvenil y afectuoso siempre me llamó la
atención y ante el reto de ser coordinadora diste la talla, porque eres alguien con quién se pude contar); Lic. Martha
Rodríguez (porque fuiste una de las primeras impresiones que tuve en la carrera de psicología, porque eres auténtica y
honesta, eso no tiene precio); Lic. César Castellanos (ameno, interesante, inteligente, tienes todas
esas características que te diferencian del resto y porque enseñar para ti no es un sacrificio); Lic. Rocío Hernández
(porque lograste que por dos trimestres aflorara un poco de esa sensibilidad que llevo dentro y que no expreso, porque luego
de eso no me molesta tanto ser afectuosa, porque eres distinta y no te da miedo admitirlo); Lic. Ángel Pichardo (aunque
nunca te enteres me enseñaste mucho y aunque no te comprenda eres especial, reconozco que fuiste uno de los mejores profesores
que he tenido y que su forma de ser es escasa en estos días) y Dr. Huberto Bogaert (siempre fue una persona intrigante
e interesante, está de más reconocer su talento, gracias porque al final de la jornada me permitió conocer un nuevo lado de
usted mucho más afable y agradable).
Agradecimientos Yris Carbuccia Duvergé
Lo que llevo de vida ha requerido
sacrificios, voluntad y disciplina inigualable, vivencias y responsabilidades que enfrenté a pesar de todo percance. Pero
los verdaderos pilares que sostuvieron con fuerza mi mirada hacia el horizonte, que secaron mis lágrimas y mi sudor, atendieron
mis sollozos, suplieron mi sed, alimentaron mi coraje... fueron mis héroes. Almas maestras, guías modelos, personas sublimes
que se involucraron en mi devenir, en mis decisiones, en mi aprendizaje y contribuyeron sin condiciones ni precio, con mis
logros, con mis virtudes, con mis pasiones... A ustedes les dedico, no sólo éste trabajo sino cada aplauso, bendición y reconocimiento
que recibo.
Por reflejar sus bondades sobre
mí y permitirme guardar en mi interior lo mejor de ustedes, agradezco justo ahora y por siempre. Y finalizo expresando mi
orgullo por haber llegado hasta aquí y por ser quién soy; eso es algo que nunca habría sido posible sin ustedes en mi vida.
Gracias.
A mi familia:
Por ser más de lo que les pedí y de lo que en algunas ocasiones merecía. Por dar más de lo que necesité. Por brindarme todo
lo que me hizo falta antes de que lo notara, antes de que lo pidiera. Por valerse de sus experiencias para enseñarme el valor
de prever. Por tener la paciencia que tantas veces he necesitado. Les agradezco principalmente por haberme dejado ser, porque
estoy orgullosa de quien soy y de quien he sido. Por velar por mí. Junto a ustedes aprendí que soy justo lo que siempre he
querido ser. A mami Yris Duvergé, por apoyarme en los momentos en que me mantuve inmutable. Por respetar mi persona
y abrir paso a mis decisiones. Por confiar en mi sentido común y ayudarme a educarlo. Por "ver" a través de mí mejor que muchos.
Por ser un modelo ejemplar de madre. Junto a ti aprendí que amar es suficiente. A papi Kemil Carbuccia, por entender
mi carácter y enseñarme a moldearlo. Por instruir mi lógica respetando mis propósitos y atribuciones. Por darle siempre un
lugar importante a las cosas que quiero que para muchos otros no son prioridad. Por ser un ejemplo de fortaleza, valor y coraje.
Junto a ti aprendí que la fortaleza te la da la intención. A mi manita Melissa, por dejarme jugar a ser sincera. Por
darle sentido a todas las experiencias que he vivido, malas y buenas, al dejarme instruirte con lo poco que sé de la vida
que llevas y de lo que esperas de ella. Junto a ti aprendí que en la vida todo es cuestión de actitud. A mi manito Kemil,
por brindarme aspiraciones y modelos iniciales que me sirvieron para orientar mis habilidades, mis fortalezas y dirigirme
cada vez con mayor claridad hacia el camino que he escogido y del cual me siento tan orgullosa. Junto a ti aprendí que el
enfoque está en superar las propias expectativas. A mi tía Maribel, por estar ahí para mí desde antes de poder pedírselo.
Por atenderme aun, valorarme y mantenerse conmigo a pesar de todo. Junto a ti aprendí que la gente no se resume, el valor
de una persona es incalculable y no existen funciones para limitar o explicarlo.
A mi amigo, compañero
y novio Emmanuel Camilo, por enseñarme cuánto valgo y reconocerme tan sólo al mirarme. Por estar presente aun cuando no
lo he notado. Por abrazarme en mis abismos. Por tener fe en mí. Por protegerme y darme valor. Por tu sinceridad y amistad.
Por inspirarme con tus logros y entregarte. Junto a ti aprendí que vivir la realidad puede ser más satisfactorio que soñar
despierta. A mi amiga y compañera Annel Ramírez, por acompañarme en mis altas y bajas. Por gritarme y dejarme gritar
cuando hizo falta. Por volverme hablar como si nada a los 15 minutos. Por ser sincera y honesta y por protegerme a tu manera.
Por mostrarme ése lado tan particular y por confiar en mi. De ti aprendí que mi opinión vale lo suficiente como para ser expresada
y defendida. Junto a ti aprendí la importancia de hablar sobre la vida para sentir que la estás viviendo a plenitud. A
mi amigo Armando Taveras, por abrirme los brazos desde el principio y darle un toque cómico y televisivo a mi vida. Por
darle valor a mi sinceridad brindándome la tuya. Por ser un amigo entre tantos conocidos. Junto a ti aprendí que los patrones
sólo aplican a los desconocidos y se invalidan desde que eres capaz de ver más allá. A mi amiga Luisa Taveras, por
ser mi compañera en los momentos (intecianos) más intensos y decisivos. Por compartir conmigo un lado muy peculiar, el cual
admiro y disfruto. Por defenderme y protegerme. Por apoyarme. Junto a ti aprendí a mantener mi opinión sin importar a quién
la dirijo. A mi amigo Tomás, por ser un hermoso amigo y estar presente para contarme sus dolencias así como para preguntarme
las mías. Por ofrecerme más de lo que ha tenido y dejarme ser a mi modo sin juzgarme. Por ser más que un amigo, ser un ángel.
Junto a ti aprendí el valor de la amistad libre y de dejarse ser a la vez que se deja ser a los demás.
A mi amiga Harolin
Castro y su familia, por mantenerse conmigo. Por compartir conmigo sus momentos especiales. Por estar ahí y permanecer.
A harolin, por ser mi amiga y comprenderme siempre. Junto a ti aprendí que de no tenerte, te extrañaría. A mi guía
Raymmond, por instruirme, por acercarme. Por dejarme crecer y confiarme tu sabiduría. Por integrarme. Por despertar lo
que soy y enseñarme a serlo. Junto a ti aprendí que no existe lo imposible cuando se es capaz de ver y ser más allá. A
mi compañero Will, por mostrarme que el único modo de ver no es con los ojos abiertos. Por desenredarme las cuestiones
de la vida. Por incentivarme y mejorarme. Junto a ti aprendí que el valor no se atribuye, se percibe. Es una constancia que
existe.
A la familia Ramírez:
A doña Tati Ramírez, por ser una mujer adorable. Por brindarme su sabiduría, amabilidad y dulzura. Por hacerme sentir
que pertenezco en cualquier lugar en que le acompaño. Junto a ti aprendí a valorar la amabilidad y vencer la timidez. A
don William, por preocuparse por mí. Por velar por mi seguridad y bienestar siempre. Por estar siempre dispuesto a ofrecer
consejos y ser atento con las cosas que me pasan. Junto a ti aprendí a valorar la experiencia. A Isabel por recibirme
con tanta simpatía y brindarme siempre un lugar. A Lucky, por darme cariño y añoñarme desde el comienzo de nuestra
relación.
A mis parientes: Mi
tío Joaquín Hernández, por ser el mejor abuelo del mundo. Uno con la experiencia suficiente para aconsejarme, la paciencia
para escucharme, la locura para entenderme y la bondad para amarme y demostrármelo cada vez que le veo. Por alegrarse de mis
alegrías y aquejarse de mis penas Junto a ti aprendí a ser franca sobre lo que pienso y quiero. Aprendí a ser cálida. Mi
tia Cándida Carbuccia, por ser fuente de alegría siempre. Por tu valor y fortaleza para enfrentar de cara las adversidades
de la vida. Por haberme mostrado que la actitud no vence la calamidad pero la supera. Junto a ti aprendí a valorar lo que
tengo y superarlo todo valiéndome de eso.
A mi prima Isis Larrauri,
por compartir momentos especiales de tu vida conmigo. Por enorgullecerme con tu sinceridad. Por estar siempre disponible para
mí y permitirme sentir tu aprecio cada vez que recurres a mí ayuda. Junto a ti aprendí a convertir cualquier momento en especial
con tan solo compartirlo con las personas que valoro. A mi primo Manuel Larrauri, por ser mi guardián y hacerme sentir
amada y protegida cuando aun no comprendía de qué había que protegerse. Por velar por mí mucho antes de sentir que lo necesitaba
y por ser dulce cuando lo esperé de todos y parecía no recibirlo de nadie. A mi prima Ana Keeci Tejada, por enseñarme
que vales oro a pesar de lo que sea. Tu sinceridad la he admirado siempre. Junto a ti aprendí el valor de la claridad, la
fidelidad y la firmeza. A mi tío don Rey, por hacerme sentir parte de tu familia. Por valorarme y amarme como a tu
propia hija. Por esperar de mí lo mejor y ofrecerme aun lo mejor de ti mismo. Junto a ti aprendí lo mucho que se puede llegar
a querer a alguien en cuanto se conoce lo valioso y considerado que ésa persona es. A mi tía doña María, por apoyar
la parte más coqueta de mí. Por admirarme aun cuando soy pequeña delante de tus logros. Por ofrecerme consejos valiosos y
transmitirme sus aspiraciones. Junto a ti aprendí el valor de proponerse las cosas, de tener fe en los demás y en una misma.
A mi tía Xiomara, por ser un centro de amor constante. Por ser cálida y atenta. Por demostrarme tu cariño en cada oportunidad.
Por recibirme siempre entre tus brazos tal cual soy. Junto a ti aprendí a sonreírle al mundo con seguridad siempre mostrando
lo mejor de mí y valiéndome de eso para seguir adelante. A mi tío Nelson, por ser un hermoso ser humano. Por abrirse
a mi persona y aceptarme tal cual soy. Por conocerme y no juzgarme. Por estar siempre allí para mí. Por ser un templo de calidez
y buena fe. Junto a ti aprendí a disfrutar de un modo especial los momentos que compartimos en familia. A reanimarme el alma
con sus sonrisas y carcajadas. A mi tía Mayra Méndez y Osvaldo Carbuccia, por brindarme su amor siempre. Por hacerme
sentir hermosa, valiosa y amena solo por ser quién soy. A mi tía, por ser como una segunda madre en amor para mí. Por valorar
mis pequeños logros y esperar siempre lo mejor. Junto a ti aprendí que se puede amar como a una madre a quien te ama como
una hija. A mi primito Osvaldo Carbuccia, Por estar atento a mí. Por mirarme con amor y esperar siempre lo mejor de
mí. Por hacerme sentir querida con solo sonreírme y velar por mí desde lejos. Junto a ti aprendí a sentirme segura de quien
soy delante de quien sea. A mi tío Guillermo Duvergé, por ser una fuente de amor interminable, un ser humano espectacular
y paciente. Por valorar los mejores rasgos de mi persona y llenarme de afecto de un modo tan dulce y frecuente. Junto a ti
aprendí a reconocer la humanidad en los ojos de la gente y apreciarla. A mi tío Emilio Duvergé, por estar presente
siempre en mi vida, esperando y motivando lo mejor de mí. Por ser un ser tan cálido. Por valorar mi opinión y conocimientos
en los momentos en que necesité sentir que valían lo suficiente como para ser expresados. Junto a ti aprendí el valor de la
bondad y la importancia de la pasión por las cosas a la hora de luchar para obtenerlas. A mi abuela doña Nena de los Santos,
por guiar una parte de mí que necesitaba ser atendida. Por alimentar mi fe en mi propia naturaleza. Por darme el valor para
creer en lo que creo. Por llenarme de conocimiento invaluable y valorar los rasgos menos visibles de mi persona silente. Junto
a ti aprendí a ser mientras vivo. A mi casi tía Lila, por estar presente en las transiciones más importantes de mi
vida y permanecer de mi lado y apoyarme. Junto a ti aprendí a apoyar a los demás estando "ahí" para ellos. A mi amiga Blanky,
porque junto a ti aprendí el valor de la amistad y la importancia de tener a alguien con quien contar en las buenas y en las
malas. Por apoyarme cuando más lo necesité y no dejar que me sintiera totalmente sola. Junto a ti aprendí el valor de contar
con algo cuando no se sabe aun como pedirlo. A mi padrino Gerard Rómulus, por haberme brindado sus más sinceros consejos.
Por brindarme su apoyo siempre y poner por delante mi seguridad y mi porvenir. Junto a ti aprendí el valor de planificar y
ordenar mis aspiraciones. A mi madrina Miledys, por ser mi amiga ante todo. Por preocuparse por el ladito más desvalido
de mí y apoyarme justamente cuando lo necesité. Junto a ti aprendí a resguardarme en el afecto de los demás a pesar de los
años que nos separan.
A mis maestros y orientadores:
A mi maestro Julio Valeirón, por ser mi maestro espiritual y orientarme justo de la manera en que lo necesitaba. Por hacerme
sentir valiosa al ver en mí la dirección de mis cualidades e incentivarlas. Por ver más allá de lo que parezco y enfocarse
en quien soy. Por insistir en el lado humano. Junto a ti aprendí a valorar la diversidad, a ver más allá de lo que se aparenta.
Aprendí a respetar y a dar lo mejor de mí en todo. A mi coordinadora Glorianna Montás, por ser mi hada madrina. Mi
maestra siempre abierta y dispuesta a escuchar. Por reconfortarme cuando me estaba hastiando el sistema. Por estar siempre
atenta para conmigo. Por insistir en lo mejor de mí. Junto a ti aprendí para qué soy buena y para qué soy mejor. Aprendí la
importancia de ser y dejar ser valorando. A mi maestro César Castellanos, por instruirme con la mejor actitud desde
el principio. Por indicarme desde siempre el mejor camino. Por mostrarse receptivo y colaborador en todo. Junto a ti aprendí
el valor de la honestidad. A mi maestra Rocío Hernández, por mostrarme de lo que soy capaz solo con proponérmelo. Por
incitarme a ser por encima de todo. Por motivarme y enseñarme que la vergüenza es estúpida y la expresión es la mejor medicina
para el mal de la “inmadurez”. Junto a ti aprendí a valorarme como ser individual y a hacerme valorar justo por
eso. A mi maestra María Soledad, por retarme cuando más lo necesité y ayudarme a madurar en múltiples sentidos. Pero
principalmente, por reconocer mis logros y mis sacrificios. Por recordar como caí para recordarme lo bien que me levanté.
Por obligarme a analizarme y con eso, permitirme ver y valorar la persona que soy. Junto a ti aprendí que es mi deber enseñar
a los demás quién soy, para qué soy buena y de que soy o no capaz. A mi maestra Marta Rodríguez, por inspirarnos a
creer en nosotras mismas lo suficiente como para aventurarnos a realizar la labor para la que estábamos más que preparadas.
Por dirigirnos hacia nuestra senda y por habernos apoyado desde entonces, siempre. Junto a ti aprendí que sí podía a pesar
de que nadie más lo había hecho.
A mí, Dios,
por ser en mí como soy yo en ti. Junto a ti aprendí que somos armonía, que somos uno.
A las empresas e instituciones
que me apoyaron: A Kemil´s Camera, por servir de soporte y contribuir en todo el trayecto de mi vida. Por servir de enlace
entre mis aspiraciones y mis logros. A Distribuidora Universal, por brindarme todo su apoyo y ser partícipes activos
en la consecución de mis metas académicas. Al Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) por brindarme la oportunidad
de crecer con experiencias y entre personas inigualables que nunca olvidaré. Allí aprendí que no hace falta ser reconocida
para sentirse orgullosa de una misma. Que se es grande tan solo por dejarse ser y mantenerse como tal a pesar de cuantos jalones
te dé la vida.
|